ORIGEN DE LA
CIVILIZACION OPARVORULA y
El POEMA ÉPICO LA
TWATWAWUKARIA.
El punto de partida
de la civilización de los pueblos que ocupaban la Península de Burelandia se
establece con la confluencia de dos etnias claramente diferenciadas:
En la Burelandia septentrional,
una rama de la familia Pordicea y en la Burelandia meridional, los primitivos
Pandoviros.
Por otro lado, son
diversos los estudios que tratan de explicar el origen del nombre de esta
ignorada península. Nos fijaremos en dos de los más significativos.
Burelandia expresaría
algo similar a “tierra de entretenimiento, de diversión “Bureo-land”.
A esta etimología se
oponen quienes, tildándola de superficial y frívola, explican su origen como un
evidente galicismo ¨”Bureau-land”, tierra de oficinas o despachos y por tanto
de oficinistas.
Últimas
investigaciones son proclives a la primera hipótesis que consideran más acorde
con el carácter de esta etnia.
Sea como fuere, lo
cierto es que la tribu Pordicea
pasa de la condición nómada, a lo largo de las planicies del norte
peninsular, a una organización social sedentaria colonizando los márgenes del
Gran Lago Twatwawuka
en el centro geográfico de la península.
en el centro geográfico de la península.
El acto de
unificación de Pandoviros y Pordicea a orillas del Gran
Lago Twatwawuka.
Paralelamente, los Pandoviros abandonan súbitamente su costumbre de hablar a gritos para llevar a cabo un esfuerzo histórico de moderación sonora y contención fonética.
Paralelamente, los Pandoviros abandonan súbitamente su costumbre de hablar a gritos para llevar a cabo un esfuerzo histórico de moderación sonora y contención fonética.
Siguiendo el camino
de los Pordiceos, se establecen a orillas del Gran Lago Twatwawuka iniciando
una convivencia que pone en práctica los beneficios de la pausada conversación.
Ambas etnias
descubren el placer de esta práctica que les hace acceder a un grado superior
de civilización, erigiendo un monumento en la ciudad de Obelia, al NE de la
península, que conmemora la adquisición de esta práctica. El arquitecto
Satpoura Bendisben es el encargado del diseño de este hito de carácter
minimalista y polisémico que se constituye en una de las más relevantes
muestras del arte público, todavía denominado Pandopordiceo.
Monumento a la
Conversación en la ciudad de Obelia obra del arquitecto
Satpoura Bendisben.
A orillas del Gran Lago Twatwawuka surge pues una etnia locuaz y dialogante, fruto de varios siglos de plática , de cuyos intercambios nace una concepción del universo y una filosofía basada en un vitalismo dionisíaco expresado en la máxima:
A VIVIR,
QUE SON DOS DIAS.
Civilizaciones
posteriores acuñaron el conocido CARPE DIEM con semejante intencionalidad.
La unificación de
estas dos tribus, propiciada y presidida por los dos grandes líderes del
momento, Nemoredo El Majestuoso y Elpene Cavallero y consumada como
consecuencia natural de estos intercambios, da origen al pueblo Oparvorulo que
ocupará la península de Burelandia y desarrollará una cultura y una
civilización de inusitado esplendor.
El gentilicio
“oparvorulo” proviene, al parecer, de la comprobada fascinación que ambas
familias, Pandoviros y Pordiceos, mostraban hacia una forma de expresión visual
que usaba unos modelos o patrones que parecían moverse o producir otras facetas
de vibración lumínica.
Estos productos
visuales, propios de la región oriental de la península, fueron denominados,
OP. Art., y aquellos que lo ponían en práctica, recibieron el nombre de OP Art
Vorulos, es decir, artistas vibrantes en constante movimiento.
Sin embargo esta
hipótesis etimológica no está, en la actualidad, universalmente aceptada.
LA TWATWAWUKARIA
Poema
épico de los orígenes del pueblo oparvorulo
A orillas del Gran
Lago Twatwawuka , la reunión de Pandoviros y Pordiceos atravesó diversos
momentos marcados por la tensión, los desencuentros y las dificultades propias
de los pueblos con distintos lenguajes y temperamentos, al parecer
irreconciliables.
La paciencia sin
límites de traductores, intermediarios y negociadores y los períodos de
descanso impuestos por la vertiginosa dinámica de las sesiones, atemperaron la
inicial violencia de estos encuentros que solían durar varios días.
Alonso Ublile,
historiador de la antigüedad oparvorula, menciona en sus escritos la primera
narración de una antiquísima leyenda que se irá conformando con el tiempo, en
forma de poema épico reconocido como propio por Pandoviros y Pordiceos.
Algunos bardos y
juglares venidos del norte relataban, desde tiempo inmemorial, las guerras
libradas entre los Orreskinos y los Pedonios, en los remotos días de un pasado
del que nadie guardaba memoria y entre estos cantores nómadas circulaba el
nombre de Mardoneo
Chwatachwk, poeta a quien se considera como primer compilador de esta leyenda.
Su argumento es el
siguiente:
El decimocuarto
monarca de una oscura dinastía, los Pedonios, llamado Galenolario, tuvo seis
hijos fruto de su matrimonio con la entonces princesa Ogunda. Fueron éstos,
Konturio, Sidona, Nordeo, Mekelina, Sínfono y Paramarlina, ciega de nacimiento.

Los seis hermanos
mostraron muy pronto la diversidad de sus caracteres y una actitud ante la vida
del todo singular.
Mekelina y Sínfono,
ambos de ánimo fuerte y decidido, se orientaron a la práctica de los ejercicios
corporales que requieren energía y destreza, desarrollando una difícil
especialidad deportiva cuyo objetivo era el de romper grandes piedras con la
cabeza en el menor tiempo posible.
Konturio, el
primogénito, iniciado desde niño en los misterios de la magia negra por un
chamán tramontano, paseaba por los prados y dehesas transformando algunos
animales domésticos en seres humanos desprovistos de raciocinio y ciegamente
obedientes a sus mandatos. Al cabo de varios años, logró reunir un ejército de
esclavos con los cuales formaba torres de hasta doscientos codos de altura, o
más. El último de estos autómatas, encaramado en lo alto, predecía con notable
precisión y acierto los baguíos o tifones, muy frecuentes y dañinos en aquellas
latitudes.
Sidona, la segunda
hija de Galenolario y Ogunda, desengañada de la vida contemplativa a la que se había entregado demasiado
joven, se ocupaba en la venta de terrenos y lo hacía de manera compulsiva y sin
ningún criterio geográfico ni catastral pues de la misma forma pignoraba las
orillas de los lagos y embalses, como prestaba a la hipoteca, extensas planicies dedicadas
al cultivo de la berenjena. Carente de este imprescindible criterio selectivo,
y sin la menor capacidad de organización ni planificación, vendió por tres
veces, y a distintos compradores, los mismos terrenos en un enclave junto a las
colinas de Janto de los Arroyos, por cuya operación fue encarcelada y murió en prisión pues se había negado a ingerir alimento ni sólido
ni líquido en protesta por lo que ella consideraba un castigo desproporcionado.
Tras el óbito, se
transubstanció en Parvuna Solaz, un ángel que vigila los linderos y a quien
otros llaman Muga por su afición a establecer ciertos límites territoriales.
Paramarlina, la
ciega, se encaprichó al morir su hermana Sidona, de un mitrocéfalo caligniforme
con el cual quiso huir hacia las playas próximas a Puerto Pájaro.
Pidió ayuda para este
intento a su hermana transubstanciada en Muga que resultó buena conocedora del
terreno y excelente guía en esta aventura.
Vanos resultaron los
esfuerzos de sus padres, el rey Galenolario y la reina Ogunda, para convencer a
Paramarlina de lo inapropiado de tal decisión pues, como es sabido, el amor
también es ciego y no hay razones que el corazón enardecido pueda o quiera
escuchar.
Los mitrocéfalos
caligniformes, inclinados por su naturaleza a los juegos de azar, no son
adecuada compañía para una joven invidente, pero nada pudo la insistencia de
los monarcas ante la testarudez de su hija. Paramarlina, de vuelta de Puerto Pájaro, contrajo matrimonio
con la bestia en un remoto santuario que, bajo la advocación de dios Anchernos,
se había establecido junto al asentamiento de Nueva Getafe.
Cuenta la leyenda que
fruto de esta unión, nació el primer gonoplax cuya especie se extendió más
tarde por toda la península de Burelandia.
Las propiedades
organolépticas de este híbrido de molusco e himenóptero, hicieron grande a la
gastronomía oparvorula cuando, siglos más tarde, los gourmets de la península
descubrieron la sólida textura y los deliciosos aromas y sabores liberados en
la cocción de sus carnes morenas.
Nordeo, el tercero de
los hijos, descubrió un buen día, su condición de hermafrodita que vino expresada en los aspectos relacionales
por su carencia de afición a ninguno de los sexos conocidos hasta el momento y
en los aspectos anatómicos por un extraordinario desarrollo y contigüidad de
los que, más tarde, identificaría como sus órganos reproductores. Entretenido
en cierta ocasión en la tarea de enhebrar uno con otro, se sorprendió a sí
mismo en la cúspide del clímax no por inesperado menos placentero.
Ante esta abrupta
situación y temiendo haberse quedado encinto, decidió casarse inmediatamente y
formar una familia. Vistió sus mejores galas y acudió al mismo santuario donde
se había casado su hermana Paramarlina, por ver de continuar la tradición
familiar. Vailanu, el chamán de Nueva Getafe que
ostentaba la condición de prior de la comunidad religiosa del santuario, sorprendido en un primer
momento al ver aparecer a Nordeo con la pretensión de casarse pero sin la
novia, manifestó su extrañeza mientras agitaba una pequeña escoba de algas con
la que solía llevar a cabo las liturgias matrimoniales.
-¿Y la novia?,
preguntó Vailanu.
-Ella está siempre
conmigo, contestó Nordeo.
Esto dio origen a los
primeros versos de lo que más tarde se conocería como “La Twatwawukaria¨
ELLA ESTÁ SIEMPRE
CONMIGO Y SU
CORAZÓN ME PERTENECE
Dos mil seiscientos
versos cuadrofónicos completan a continuación el canto de amor de Nordeo a su
amada, tan íntimamente ligada a él.
Mientras tanto, en
los helados páramos de La Trocha del Perdiguero, Mekelina y Sínfono estaban
entregados a su deporte favorito rompiendo pedruscos con la
cabeza a un ritmo enloquecido. En el fragor de su entusiasmo deportivo no
cayeron en la cuenta de que se habían adentrado en el territorio de los
orreskinos, sus mortales enemigos, que odiaban a los picapedreros por ser un
pueblo con escasos recursos de cantería.
Mekelina era capaz de trocear una enorme roca de
pórfido obteniendo no menos de
seiscientos pedrujones por sesión y una loseta que solía guardar para sí.
Estaba adiestrándose en esta práctica cuando un guerrero orreskino que se había
deslizado silenciosamente hasta alcanzar la proximidad de la joven, se abalanzó
sobre ella derribándola al tiempo que la golpeaba en la cabeza con su maza de
granito porriño. Pero cuál no sería la sorpresa del guerrero al ver su arma
reducida a un montón de cascajos esparcidos por el suelo tras la colisión con
el cráneo impenetrable de Mekelina, que resultó indemne.
Aquí sitúa la leyenda
el comienzo de la guerra entre los Orreskinos y los Pedonios, pues al acudir
Sínfono en auxilio de su hermana, propinó al orreskino un golpe con tal ímpetu
que la cabeza y parte del tronco del guerrero quedaron reducidos a garbancillo.
Se inicia en este
punto la segunda parte de los zoclos épicos de la Twatwawukaria cuando Sínfono,
tras reducir al guerrero orreskino en dicha proporción, se dirige a su hermana,
agitada aún por el lance y le canta esta conocida estrofa:
COMO TOMASTE, ALDONZA
DE LA TARASCA MODELO
POR ESO LLEVAS EL PELO
CON TRENZAS DE JERIGONZA
Siguen a ésta, mil ochocientas estrofas más en similar estilo e intención.
Supone Alonso Ublile,
el compilador de la antigüedad oparvorula, que Sínfono confunde momentáneamente
a su hermana con Aldonza, una campesina de la que anda enamoriscado, asegurando
que tal labriega es natural de un lugar de lo que él llama La Mancha, y de cuyo
nombre no consigue acordarse.
Veinticuatro mil
versos más tarde, Sínfono cae en la cuenta de su error el cual achaca a su
falta de costumbre en la correción del paralaje y en lo desordenado de sus
lecturas. Para entonces Mekelina, que se ha mandado practicar la trepanación al
objeto de aliviar una persistente flatulencia occipital, ha salido de la región
de los orreskinos en busca de su hermano Konturio.
Este hermano sigue
entregado a las prácticas de magia negra y ha concluido la tarea de transformar
un rebaño de Morrocutís de frente dorada en un grupo de castellers a los que obliga a actuar en público en
la región de Gaudencio Palafrugell, junto al cabo Malapena.
La torre se levanta
por encima de los ochenta codos geométricos sobre el nivel del mar, habiendo
anunciado el grumete, desde la cumbre, nubosidad variable y la llegada de una
borrasca.
Mekelina convence a
su hermano para que amplíe esa torre y la traslade frente a la fortaleza de los
orreskinos con el fin de arrojar desde ella gran cantidad de piedras de
diversos tamaños y conseguir de ese modo, la rendición del bastión que cierra
el paso al territorio de Rojo de Alizarina, enclave principal del dominio
orreskino.
Konturio accede a la
solicitud de su hermana e inicia los preparativos para el asedio cuando llega
un mensajero anunciando a Galenolario rey de los Pedonios. Este monarca había
decidido visitar a su primogénito, tras el divorcio de su esposa Ogunda, madre
de los seis hermanos, seguido de una precipitada boda con una esclava del
sagrado corazón manumitida por reciente decreto.
Konturio, enfurecido,
se niega a recibir a su padre acompañado por la nueva esposa y amenaza con
licenciar a los castellers, “si esa furcia se acerca a mi casa”.
Mekelina intenta
calmar a su hermano argumentando que, en plena guerra con los orreskinos, no es
el momento para discusiones domésticas.
A todas estas llega el rey Galenolario
acompañado por la esclava libre y precedido por un coro de jenízaros, un
batallón de modistillas y otro de regulares, que no son tal sino peores, pues
imponen la presencia del monarca por la fuerza de las armas. Konturio, ante los
hechos consumados, se enfrenta a su padre echándole en cara sus veleidades amatorias
y el imperdonable matrimonio con la sierva.
ESCLAVO DE TUS
PASIONES
FORNICAS CON UNA
ESCLAVA
Y ABANDONAS A MI
MADRE.
YO NO ACEPTO TUS
RAZONES
ESTO ES UNA
CANALLADA.
De este modo se
inicia la tercera parte del zoclo
épico en la cual la esclava
resulta ser en realidad, una princesa orreskina introducida en el gineceo de
Galenolario, al cuidado de una dueña extranjera. Nacida
en la ciudad de Milonga, esta princesa
era la propia Amatia de Risso, que había sido la amante de Avramanda
Raaka Nui, el intérprete de tamboura que tuvo el desafortunado encuentro con
Doris Raipepla el famoso gasterópodo de Santos Ruiz.
Avramanda había sido
en su juventud un personaje muy
popular por haber inventado el matamoscas de material sintético y provisto de
un veneno mortal impregnado en sus bordes. Tras esta sensacional aportación al
bienestar de la vivienda moderna, su nombre había caído en el olvido como es
habitual en las desagradecidas estructuras sociales de la modernidad.
Finalmente,
persuadido por los ruegos de su hermana y al saber del pasado principesco de la
nueva esposa de su padre, Konturio acepta a regañadientes a su madrastra y pone
manos a la obra para formar la torre de castellers zombis frente a la fortaleza
de los orreskinos.
Tres rebaños de Morrucutís
de frente dorada y dos recuas de Mitrocéfalos caligniformes son
transformados y aparejados en una
estructura viviente de quinientos codos de altura, o más.
Mekelina se ofrece
para subir a la cúspide desde donde arroja cientos de pedruscos sobre el
enemigo que sufre numerosas bajas. Cae finalmente la fortaleza tras el
incesante asedio durante el cual los orreskinos soportan el impacto de
toneladas de cascote. Los pedonios toman posesión del reducto sobre cuyas ruinas pasea triunfante el rey Galenolario precedido de su batallón de modistillas y de regulares. En ese momento el rey anuncia su decisión de fundar, sobre las ruinas de la fortaleza, la nueva ciudad pedonia que tomará el nombre de Nantún, a orillas del lago Soletilla.
Aquí se inicia la última parte de los zoclos épicos con un extenso poema que canta la gesta victoriosa de los guerreros pedonios y la fundación de la ciudad capital, con este comienzo descriptivo y alegórico:
Aquí se inicia la última parte de los zoclos épicos con un extenso poema que canta la gesta victoriosa de los guerreros pedonios y la fundación de la ciudad capital, con este comienzo descriptivo y alegórico:
MIS MUROS
DE FUEGO SON
lema que hace
referencia al chispazo que brilla, efímero pero terrible, al entrechocar las
piedras de sílex troceadas por los hermanos canteros Mekelina y Sínfono
que se abrazan con gran emoción.
De las cenizas del
reducto orreskino surge luego triunfante el Nelanodero Apizarrado, Ave Fénix de
Nantún, la ciudad sagrada de la nueva Burelandia. Este pájaro será con el
tiempo y debido a sus extensos conocimientos en el cálculo de estructuras,
quien inicie la construcción de la mítica Gran Musaka. monumento primordial de
la arquitectura oparvorula.
La Twatwawukaria,
poema épico en el que se reconocen Pandoviros y Pordiceos, surge junto a un
lago, el Gran Lago Twatwawuka, y encuentra su fundamento civil y militar junto
a otro, el lago Soletilla, escenario futuro de la batalla decisiva en la
historia de la península de Burelandia.
Asegura Alonso
Ublile, historiador de la antigüedad oparvorula, que no es posible por el
momento disponer de una traducción completa del poema, pues los más de noventa mil versos que lo componen hacen de
esta tarea una empresa de envergadura ciclópea que ha de llevarse a cabo con la
necesaria minuciosidad que tal documento requiere.
En esta labor se
encuentra empeñado en la actualidad un equipo de especialistas de la Fundación
Enrius, dentro de un programa cofinanciado con fondos da la CEE, la UIA, la
GLUP y la FRRSST.
No hay comentarios:
Publicar un comentario