Presenté esta
colección de dibujos y collages por primera vez en Innsbruck, invitado por la
Asociación de Artistas del Tirol, en el verano de 1998.
Al volverlos a
sacar de las estanterías del estudio para mostrarlos en Madrid y en el Vestíbulo
de Cineteca en Matadero, he comprobado varias cosas con cierta sorpresa.
En primer lugar
lo adecuado y perdurable de su título en el tiempo, pues han pasado catorce
años y un siglo desde su viaje a Austria y los personajes y situaciones que
muestran los dibujos, siguen tan vivos como entonces. Es verdad que al afirmar
lo anterior me mueve una muy subjetiva emoción de autor con lo que será su
exhibición al público madrileño, en este espléndido espacio de Matadero, lo que
otorge fe de vida a estas mas bien sombrías reuniones de personajes.
El procedimiento
de las técnicas de reserva, que dota a los trabajos de un carácter de “falso
grabado”, mantiene todas las
características gráficas necesarias para crear el ambiente de cierto misterio
que rodea a estas escenas y quiero pensar que se han acentuado con los años.
Como la memoria
nos traiciona con cierta frecuencia, había olvidado también que esta exposición
se abría con una colección de retratos, agrupados en un políptico, que titulé
“Gángsters y Falleras”. Las historias de estos dos peculiares colectivos las he
reunido en un libro ilustrado de reciente publicación cuyos relatos mantienen
un carácter del todo similar al de las escenas de “Tempus Fugit”. Uno no sabe
nunca por qué caminos ha de llevarle la necesidad narrativa con palabras o con
imágenes.
He querido
completar la colección de dibujos y collages con dos pinturas que pertenecen en
realidad a otra serie titulada “Retratos de familia” expuesta en Madrid en
1997, es decir, otra vez ”hace un siglo”.
Mi deseo es que
ninguna de estas tres series hayan sufrido los estragos del tiempo que, como
siempre, es fugaz.
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