domingo, 5 de abril de 2009

Omnipresencia del kitsch


El sol se estaba poniendo,las nubes estaban tórridas de sangre.
Oí un grito que atravesaba la naturaleza" Edvard Munch.1863-1944.

La dramática frase del pintor noruego acompaña a su famoso cuadro, "El grito" del que elaboró varias versiones en diversos procedimientos.
Poco después de la muerte del artista la irremediable necesidad del consumo , impuesta por el Dios Mercado, liberó a sus implacables diosecillos,el kitsch ( estilo artístico pretencioso considerado cursi, hortera y vulgar) y el pompier (denominación peyorativa para referirse al academicismo frances de la segunda mitad del S XIX) 
Inútil resistirse a ellos, estuvieron y seguirán estando entre nosotros, en nuestra vivienda y el los comercios del barrio porque su voracidad es insaciable. Su totalitarismo viene disfrazado de democratización de la experiencia estética.
La ironía ante este fenómeno, inteligentemente propuesta por el historiador del arteValeriano Bozal en su breve reflexión: "Necesidad de la ironía" (La balsa de la Medusa. Visor.1999), se presenta como "la mejor posibilidad de resistencia".
Yo mantengo esta versión (hinchable) de "El grito" en la estantería del estudio que me ayuda a no olvidar la necesidad de esta resistencia irónica.
Así son las cosas
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