viernes, 17 de septiembre de 2010

Ambrose Bierce. Diccionario del Diablo

"Ser un gringo en México. ¡Ah!. Eso si que es eutanasia"
Ambrose Bierce



Retrato de Bierce por J. H. E.Partington




Para qué intentar otro dibujo de Ambrose Bierce habiendo encontrado uno tan diabólico como este.






Gregory Peck como Ambrose Bierce en la película "Gringo Viejo"


Los que supongo escasos pero fieles seguidores y colaboradores de este blog saben de mi afición por la relectura lo cual tengo ya expresado en alguna que otra entrada. No obstante, vuelvo a declarar mi querencia por esta práctica que me lleva frecuentemente a mi desordenada biblioteca en busca de algo que encontrar.
Otra de mis aficiones, esta vez menos declarada, son los diccionarios, de los que tengo almacenados un gran número y variedad  de asuntos e idiomas y cuyas entradas me muestran los diversos artificios con los que se disfrazan las palabras según  el carácter de los autores o Instituciones que los redacten.

 Tengo también declarado el personal convencimiento de la imposibilidad de escribir sin leer a lo que añado la imposibilidad de leer sin frecuentar diccionarios.
De entre los que considero de cabecera, ocupa sin duda el primer lugar el Diccionario Ideológico de la Lengua Española de don Julio Casares, bendito sea que, según reza el subtítulo, me lleva de la idea a la palabra y de la palabra a la idea, trayecto utilísimo para no perderse en los vericuetos del leguaje y de las ideas para expresarlo. Pero inmediatamente después del ya bendito tocho de don Julio, y encima de sus negras tapas de similcuero, descansa una pequeña maravilla editada en rústica y titulada Diccionario del Diablo, cuyo autor encandiló no pocas horas de mi lejano pasado con su singular manejo del sarcasmo y de la ironía.
Ambrose Bierce, insólito escritor, periodista y aventurero norteamericano de Ohio, de atribulada existencia y misteriosa desaparición unido a las huestes de Pancho Villa en el México revolucionario del XIX, ha sido suficientemente novelado y biografiado para que venga yo ahora a descubrirlo. Recordar, eso sí, la película que sobre la novela de Carlos Fuentes "Gringo Viejo" protagonizó un admirable Gregory Peck en su espléndida vejez, que para mí quisiera, habiendo sido como fué el más grande e indiscutible ídolo de mi niñez y juventud.
Todo este largo exordio no es en realidad sino una excusa para ofrecer algunas de las impagables definiciones de este Diccionario del Diablo.
Deseo que, al igual que yo, las disfruten y permítanme que les recomiende a este inusitado y, quiero creer,  no del todo olvidado Ambrose Bierce.
Empiezo algunas entradas al azar, con el único orden  que marcan mis preferencias y  por eso que yo no he sido nunca capaz de escribir.

Novela, s. Cuento inflado. Especie de composición que guarda con la literatura la misma relación que el panorama guarda con el arte. Como es demasiado larga para leer de un tirón, las impresiones producidas por sus partes sucesivas son sucesivamente borradas, como en un panorama. La unidad, la totalidad del efecto, es imposible ; porque aparte de las escasas páginas que se leen al final, todo lo que queda en la mente es el simple argumento de lo ocurrido antes. La novela realista es al relato fantástico lo que la fotografía es a la pintura. Su principio básico, la verosimilitud, corresponde a la realidad literal de la fotografía, y la ubica dentro del periodismo ; mientras que la libertad del relato fantástico no tiene más límites que la imaginación del narrador. Los tres principios esenciales del arte literario son imaginación, imaginación e imaginación. El arte de escribir novelas, en la medida en que pudo llamarse arte, ha muerto hace mucho en todo el mundo, salvo en Rusia, donde es nuevo. Paz tengan sus cenizas...algunas de las cuales aún se venden mucho.

Locuacidad, s. Dolencia que vuelve al paciente incapaz de contener la lengua cuando uno quiere hablar.

Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser. Los escitas acostumbran arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la visión.

Clérigo, s. Hombre que se encarga de administrar nuestros negocios espirituales, como método de favorecer sus negocios temporales.

Religión, s. Hija del Temor y de la Esperanza, que vive explicando a la Ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible.

Irreligión, s. La más importante entre las grandes creencias de este mundo.

Política,. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.

Político, s. Anguila en el fango primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el edificio. Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo.

Diccionario, s.Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua, además de quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una obra útil.


Y más que útil, añado con entusiasmo, imprescindible para cualquiera dispuesto a ejercitarse en la saludable práctica de la ironía. Claro está que no voy a transcribir todo el diccionario pero todo en él es de este jaez.

Yo lo encuentro así de imprescindible para esos momentos en los que uno percibe que está entrando en un peligroso período de comprensión acerca del sentido y el significado de las palabras nuestras de cada día.

¿Dónde demonios desapareció Ambrose Bierce en 1914?
No desapareció. Está en todos sus  cuentos y relatos, y especialmente en este diccionario.

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