domingo, 7 de agosto de 2011

Baruc Corazón en Burelandia

Uno de los más significados colaboradores de la Fundación Enrius, Baruc Corazón, publica esta semana en su blog una noticia de su reciente viaje a la Península Burelandesa.
Pariente en segundo grado de Homola de Cuvier, nuestro colaborador mantiene la afición y el interés de su tía bisabuela por los descubrimientos arqueológicos sostenibles  y viaja con frecuencia a otros mundos de los que ofrece  jugosas crónicas  en su bitácora.
Desde la Fundación saludamos con satisfacción esta inteligente iniciativa.


http://blog.baruccorazon.com/2011/08/04/otros-mundos-burelandia/



                                            Una reciente fotogarafía de Baruc Corazón

jueves, 4 de agosto de 2011

Una travesía por el Volga. Verano de 2004

 Desde San Petersburgo a Moscú por rios y canales


¡Tendremos todo lo que sea necesario!- sentenció autoritario el zar Pedro el Grande- expresando su deseo de construir la más bella ciudad del mundo, mirando a Europa, y la vía fluvial de Rusia, el sistema Mariinskaya, soñando con navegar sin obstáculos desde San Petersburgo a Moscú.
Este atleta despótico y cruel, este extravagante artillero, grabador, astrónomo, navegante y dentista, había decidido que Rusia emprendiera el camino de la modernidad y la grandeza. Por las buenas o por las malas. Para la construcción de la ciudad perfecta no dudó en despoblar los campos obligando a los campesinos a reciclarse en constructores, peones y picapedreros para realizar los proyectos de los mejores arquitectos italianos y franceses.
Puesta en pie su ambición urbanizadora, obligó igualmente a la nobleza y a la burguesía a acomodarse en esta imperial San Petersburgo.Sin embargo el padre la marina rusa no pudo ver completada su ambición y Moscú no quedó unida al Volga   hasta 1825.


                     San Petersburgo, Ermitage, plaza del Palacio y columna Alejandro

                                                                                                                                             
El sistema Mariinskaya fue ampliándose durante el siglo XIX pero fue otro déspota, el “padrecito Stalin” quien, en los años 30 del siglo XX y utilizando mano de obra esclava reclutada entre los prisioneros políticos, remató la gigantesca obra construyendo el canal de Moscú con lo que, en 1937, la capital quedó unida con los principales mares de Rusia.
Durante los años siguientes se revisó el sistema Mariinskaya pero en 1940 el trabajo se interrumpió al declararse la Segunda Guerra Mundial.
Fue en 1964 cuando el Canal Volga-Báltico reemplazó por completo el viejo sistema Mariinskaya uniendo definitivamente el Báltico y el Caspio y siendo bautizado con el nombre de Lenin.



San Petersburgo. Estatua ecuestre de Pedro el Grande. Plaza de los Decembristas. El zar aplasta la serpiente que simboliza el atraso de Rusia.



Durante el verano de 2004 y remontando el Neva desde San Petersburgo hacia el lago Ládoga, las cosas se ven de otra manera. A bordo del barco “Nizhniy Novgorod” de la naviera “Volga-flot-tour” al mando del capitán Mijail Mariev, es fácil entregarse a la fascinación del paisaje fluvial que se va desplegando lentamente ante los ojos y muy difícil sustraerse a la perfecta y muy medida organización de la vida en este hotel flotante.



                                                         Salida de San Petersburgo                     



                                Canal Volga-Báltico. Cubierta de popa del Niznhy-Novgorod.






Esclusa del canal de Moscú



       Esclusa del canal de Moscú. Las carabelas de Colón.




A las 8,30 una voz amable pero firme, irrumpe desde el altavoz en el estrecho camarote deseando buenos días y anunciando que cinco minutos después empieza la gimnasia matutina en la cubierta de popa.
Decido prescindir de tan saludable ejercicio y entregarme cuanto antes a mis obligaciones gráficas para completar los cuadernos de viaje


9,45. Clase de ruso. Por favor, traigan bolígrafo.
Esto no puedo evitarlo pues habrá que intentar desentrañar los misterios de este endiablado alfabeto. Tomen asiento por favor.

Príviet = Hola
Moskva = Moscú
Niet = No
Da = Si
Spasiva = Gracias
Skolpo Stroit? = Cuánto vale?

11, 30 Llegada a Mandrogui.
Hemos atravesado la apacible enormidad del lago Ladoga que, a todos los efectos visuales, resulta ser el mar y a través del río Svir llegamos a esta pintoresca aldea poblada con casas de madera en donde sus 50 habitantes se dedican a la producción de toda clase de artesanía rusa.
Destruida durante la Segunda Guerra Mundial se reconstruye en 1996 por iniciativa del empresario Sergei Gutsait de modo que la oferta de artesanía y souvenirs sea irrenunciable y, según los folletos informativos, incomparable: “no encontrará nada semejante en ningún otro desembarco” (sic.).
Nos adentramos en el bosque por la senda de los cuentos de Pushkin y aparecen en este lugar los personajes del poema “Ruslán y Liudmila”, tallados en madera por la mano del artista Yuri Gúsev. “Qué maravilla es el bosque / una sirena en la rama, en la espesura...” Allí, en sendas escondidas / hay huellas de animales desconocidos.../ Y todo respira Rus, nuestro antiguo tesoro.”

               

      Travesía del lago Onega                                                





Mandrogui, casas de madera policromada                                        
                                              



 Mandrogui, el vendedor de empanadillas

14,30. ¡Todos a bordo!
En la oficina, con su permanente sonrisa y un asombroso dominio de la lengua castellana, Tatiana contesta a mis preguntas:
“Hemos de atravesar las provincias de San Petersburgo, Novgorod, Karelia, Vologda y Yaroslav en una ruta fluvial de 1.800 Km. que, desde los años 60, es cada vez más turística”.
En esta enorme vía nos cruzamos con cargueros que transportan madera para la construcción y para la fabricación de papel, obtenida en los interminables bosques de coníferas donde se mezclan pinos, robles, abedules y sauces.
Pero los peligros de polución son tan grandes como el río. De las 100 ciudades más contaminadas del país, 65 se localizan en la cuenca del Volga y los índices de contaminación son de 3 a 5 veces superiores a los establecidos internacionalmente como permisibles. . Las centrales térmicas son responsables del 35% de la contaminación de las aguas y del 30% de los desechos que se amontonan en las tierras productivas.




   Transporte de madera, Canal de Moscú


Un programa ecológico, “Renacimiento del Volga”, elaborado por el gobierno de la Federación Rusa, controla tan peligrosa situación por medio de un centro instalado en 1998 en Nizhny Novgorod velando por la necesaria mejora de las condiciones de vida de la población ribereña, de la calidad del agua y de la pesca.
                                     



     Canal Volga-Báltico                                                              


Sábado, 7.30. ¡Buenos días!
Llegamos a la isla de Kizhi, en el extremo norte del lago Onega, tras una silenciosa travesía nocturna.
En la inmensidad del lago, salpicado por otras pequeñas isletas boscosas, esta isla de 8 Km. de largo, muestra sus verdes praderas en un idílico paisaje de cuento  ruso en medio del cual surge la asombrosa iglesia de la Transfiguración construida en 1714 enteramente de madera, con sus 22 cúpulas bulbosas. Treinta y cinco metros de altura levantados con vigas y pilares encastrados y unidos sin clavos. Cuentan las crónicas y las guías locales que el esforzado constructor de esta maravilla del ensamblaje arroja, al finalizar la obra, su hacha al lago, asegurando lapidario, que nadie nunca pondrá en pie otra arquitectura semejante. Dibujo a toda velocidad




                                          Karelia, Isla de Khizi, iglesia de La Transfiguración


Domingo, 8,30.
Goristy-Kirilov es el siguiente desembarco para visitar el monasterio de San Cirilo del Lago Blanco. Cerrado tras la Revolución de Octubre y convertido en centro de estudios regionales vuelve a ser ahora museo y monasterio en donde viven dos monjes en régimen vegetariano con algo de pescado. Se restauran iconos de los siglos XII y XIII y se conserva aquí una abundante colección de retratos de diversos archimandritas de solemne apariencia y luengas barbas. Vuelven a contar las crónicas y las guías locales que Iván el Terrible envió, en su momento, la cantidad de mil rublos para la construcción de la iglesia de San Juan Bautista adjuntando a la dádiva la lista de sus últimos asesinatos con órdenes estrictas para su inmediato indulto divino
15,00
Zarpa el barco y suenan canciones rusas.Vamos todos a la fiesta. Por favor traigan sus partituras. Echándole mucha cara, canto a Cafrune acompañado por un músico ruso con acordeón que no entiende una palabra de lo que canto y, me temo, no ha escuchado nunca a Cafrune.
El interminable paisaje de bosques desfila ante mis ojos a un ritmo pausado que permite ver las pequeñas aldeas que pueblan las riberas del Canal Volga-Báltico y a sus paisanos entregados a la pesca fluvial sobre destartaladas canoas. Acodado en la barandilla de la cubierta de proa, pienso en Efrosinia, nuera de Iván el Grande, que tuvo la desafortunada idea de organizar un complot, con algunos boyardos, para asesinar al zar reinante, Iván el Terrible y colocar en el trono a su hijo Vladimir. Todavía me parece ver el cadáver de esta insensata flotando en las oscuras aguas del canal.
Junto a la melancólica ribera los bateleros del Volga entonarían elegías populares mientras el pintor Répine tomaba apuntes del natural para su famoso cuadro “Bateleros del Volga”. O si no, yo mismo



Lunes.8, 00. ¡Buenos días!
Estamos llegando a Uglich, la esquina del Volga.
En este antiguo principado autónomo del siglo XIII se oye todavía la triste historia del príncipe Dimitri muerto en misteriosas circunstancias. El único heredero de Iván el Terrible muere acuchillado por los esbirros de Boris Godunov, el boyardo de origen tártaro que llegó a ser coronado zar, pero la versión oficial declara que el muchacho muere accidentalmente al clavarse su propio cuchillo en uno de sus ataques epilépticos.
Siglo tras siglo se sigue visitando la iglesia de San Dimitri Sobre la Sangre, levantada en memoria del infortunado.
Uglich pierde en el siglo XVII gran parte de su población, obligada a trasladarse hasta las marismas del Neva para levantar la imperial San Petersburgo. Hoy se fabrican aquí relojes y quesos. En un determinado momento me da por pensar si los relojes serán blandos y los quesos duros, o viceversa. La memoria daliniana hace mella en mi inconsciente muy a mi pesar. “Persistencia de la memoria”. Óleo sobre lienzo 1931.
Una interminable fila de tenderetes ofrece sus productos artesanos mientras varios grupos de músicos callejeros, informados de las diversas procedencias de los visitantes, entonan sucesivamente los himnos nacionales correspondientes a cada grupo esperando algunos rublos, emocionados (los músicos, no los rublos) Queremos comprar un samovar pero está prohibido.




                                           






































Uglich, iglesia de San Dimitri Sobre la Sangre

 
15,30. ¡Todos a bordo! Navegamos hacia Moscú.
Abriendo y cerrando compuertas las aguas del Canal de Moscú levantan el barco en las esclusas para salvar los diferentes niveles que jalonan el recorrido hacia la capital. Salimos a cubierta para contemplar cada vez las maniobras mientras comentamos los diversos aspectos del principio de Arquímedes. Coronando los pabellones de las esclusas distintos motivos escultóricos conmemoran hechos históricos, desde los descubrimientos colombinos, inmortalizados en sus carabelas fundidas en bronce, hasta las vivas representaciones del proletariado de ambos sexos, artífices nada voluntarios de esta obra faraónica.

Este recorrido fluvial por una parte de la historia de Rusia toca a su fin pues estamos llegando a Moscú. Nos espera la sorpresa de una enorme ciudad de asombrosa diversidad arquitectónica, en plena transformación, que empezamos a descubrir en la estación fluvial de Retchnoy Vozkal sobre las aguas del río Moskova. Preparo mis cuadernos y mis rotuladores imaginándome sentado durante horas en la Plaza Roja frente a la muralla del Kremlin. Pero esa es otra historia.

 Moscú. La Plaza Roja. San Basilio, La muralla del Kremlin, Mausoleo de Lenin

    
                                           
 Moscú 2004. Dibujando en la Plaza Roja



martes, 2 de agosto de 2011

Moscú. Fin de trayecto fluvial.







                     Llegando a Moscú por el canal


                                                           
Decía en la anterior entrada que nos espera la sorpresa de una enorme ciudad de diez millones de habitantes y de asombrosa diversidad arquitectónica, en plena transformación, que empezamos a descubrir en la estación fluvial de Retchnoy Vozkal sobre las aguas del río Moskova. Preparo mis cuadernos y mis rotuladores imaginándome sentado durante horas en la Plaza Roja frente a la muralla del Kremlin. Esta es la breve historia.

Hemos llegado através de los canales del Volga e imagino lo que hubiera sido llegar por vía terrestre y de forma autónoma, otros carteles, otras indicaciones de ruta, otro alfabeto. Ante tan conflictivo panorama nos adaptamos, por primera vez en nuestros viajes, a la seguridad del grupo, a las visitas ordenadas. Autobús, llegamos
La Plaza Roja es una enorme extensión donde me viene a la  memoria cinematográfica desfiles conmemorativos, estoicos soldados de plomo soviético al paso de la oca, tanques macizos y misiles de largo alcance bajo la mirada de una tribuna llena de  supremos mandatarios del Soviet cubiertas sus cabezas, más o menos venerables, con los papaja de astracán. Todo el poder a los soviets. Pido por favor un par de horas para poder dibujar este lugar fantástico en el que todo este recordado espectáculo ha desaparecido. 
Te esperamos.
Gracias, sólo será un rato.














Los almacenes GUM, que tienen algo de estación de ferrocarril británica, pasaron de antiguo mercado histórico a grandes almacenes del nuevo capitalismo ruso y cierran uno de los flancos de esta inmensa y hermosa Plaza.






                                                                     La Catedral de San Basilio en La Plaza Roja  




                                   La Muralla Roja y los palacios del Kremlin








La catedral de San Basilio, la torre del Kremlin, la muralla roja, el mausoleo de Lenin, mientras algunos bajan a cumplir la visita a la momia yo tengo que elegir el dibujo, imposible todos los placeres juntos porque el tiempo es avaro, implacable y pasa demasiado deprisa.
Por unas monedas hay quien decide fotografiarse con Marx y con el zar Nicolás II.
Es patético, simbólico y turístico pero bastante ridículo.







Entramos al Kremlin por la puerta del Salvador y tras su enorme muralla, se alza la catedral de la Asuncion donde se coronaban los zares, cúpulas doradas en forma de bulbos ardientes que brillan al sol escaso de Moscú, enorme cañón de oscura boca. Otro ratito para dibujar, por favor.
Autobús y vamos a










La Universidad  Estatal, con su imponente aspecto inequívocamente soviético, lleva el nombre del famoso científico Mijaíl Lomonósov y su torre principal se corona con una aguja rematada por una enorme estrella de cinco puntas. Todo es a gran escala, solemnemente añejo, sobre los muros, relojes, barómetros y toda clase de símbolos de un pasado petrificado en estatuas de quienes lo hicieron posible. Frente a la explanada sobre la que se yergue este monumental conjunto contemplamos una hermosa panorámica de la ciudad.


Y el metro, sobre todo el metro, tan universalmente famoso porque desde los tiempos del estalinismo, delirante de grandezas, este transporte popular  es un suntuoso palacio subterráneo, un museo dedicado a la exégesis hagiográfica  de La Revolución Rusa expresada en esculturas, mosaicos, vidrieras y pinturas narrativas de la epopeya soviética por cuyo nostálgico pasado paseamos escuchando el sonido chirriante de los trenes.
No puedo dibujar, no hay tiempo, tienen que ser fotografías. Bueno, vale.







































El Bolshoi, el teatro "grande" a cuyos espectáculos de música y danza se puede asistir a precios módicos. Al pasar frente a la fachada de este templo  se me aparece el ectoplasma de Piotr Ilich Tchaikovski a punto de suicidarse, la viuda von Meck no hace nada por evitarlo y recuerdo cómo en el delirio, se lo echo en cara de la misma forma que lo hice con los muchos imbéciles que aseguraban que este genio era un cursi. La historia ya ha hecho justicia y yo me recupero del trauma tarareando la danza española de El Lago de los Cisnes y con un paseo colectivo por la calle Tverskaya.

Se ven, los vemos con nuestros cansados ojos ya casi rusos, los hoteles, los comercios y los lujosos restaurantes a cuyas puertas esperan grandes automóviles negros con chóferes de temible aspecto que aguardan pacientes al jefe que, en un reservado tapizado de oscuros terciopelos, se entretiene con dos rubias de largas piernas y tártaros ojos rasgados. Precios imposibles.




La visita a la Tetriakov Modern me da para un relato que pienso publicar en mi próximo libro. Visita imprescindible incluso para los no especialmente interesados en el arte ruso, las vanguardias y el famoso realismo socialista. Stalin y Vorochilov paseando por las murallas del Kremlin, una vez más la desmesura del estalinismo, la pintura al dictado y a mayor gloria del Partido.





Un paseo por el parque Sokolniki, antiguo coto de caza de los zares, hace que me sienta irremisiblemente sujeto al grupo cuyo guía nos va indicando los lugares y los tiempos en perfecto castellano.
Se nos ha hecho muy tarde, perdemos el barco. Salimos de la Paza Roja y tomamos un taxi, ingenuos, a toda velocidad y através de un monumental atasco nos devuelve al embarcadero fluvial de Retchnoy Vozkal, justo a tiempo. Seiscientos euros de tarifa. Hay que preguntar antes. Me cabreo con el taxista, momentos tensos. Lo que obtengo es un mínimo descuento pues los demás no quieren bronca.
No tomen un taxi en Moscú sin previo asesoramiento.