lunes, 10 de enero de 2011

No es usted DADA





Guardo una especial devoción por ese lugar que, hoy en Madrid, se llama Fundación Carlos de Amberes, un espacio de arte que ocupa el lugar de lo que antaño fue la iglesia de San Andrés de Los Flamencos en la calle de Claudio Coello de esta capital. La devoción que guardo por tal espacio  viene sin duda de la que se manifestaba en mis años infantiles al acompañar a mi madre, cada domingo y fiesta de guardar, a misa de once.Pero ya sabemos que nada es lo que era, ni la devoción ni la obligación, ni las iglesias ni los espacios de arte.
Allí sigue de todas formas, haciendo las veces de  retablo sobre el altar mayor, la imponente escena pintada por Rubens frente a la que mi recogimiento de niño comme il faut se estremecía al contemplar el martirio de San Andrés en su peculiar crucifixión en X. Todo eran entonces martirios, crucifixiones, penitencias, culpas, pecados y algunas redenciones siempre que se explicitara el propósito de enmienda.
Felizmente alejado de toda unción sacramental, y dèfroquè de aquellos hábitos, acudo con regularidad al espacio de mis antiguos fervores por ver qué se ofrece en el cirquense espectáculo en el que se ha convertido hoy el arte más o menos contemporáneo.
Ayer mismo lo que se ofrecía era una selección de diseñadores de Flandes cuya intención, o la de la comisaria que los ha seleccionado, es la de hacerse pasar por los descendientes de René Magritte, James Ensor o Paul Delvaux. Una serie de inofensivos pero exquisitos diseños de objetos con vocación de èpater le bourgeois, ocupan el espacio de la exposición mientras suena una melopea silvestre poblada de ruidos zoológicos de similar vocación. Una lámpara confeccionada con mejillones, una silla con aire de monja,unas cucharas que se acoplan amorosamente eróticas, unos viejos triciclos infantiles y una cabeza de toro convertidos en asientos forman , entre otros cuantos, un conjunto de objetos que sin ánimo de ofender a nadie y menos a la  posible clientela de tan selecto entorno se pretenden, al parecer, herederos de una tradición surrealista.
Hasta aquí nada que objetar teniendo en cuenta lo civilizadamente inocuo del intento.
Lo malo es cuando tal conjunto se titula : "Je suis DADA".
Es como cuando Julio Iglesias dice : "soy un truhán" o los borjamari y pocholos del barrio se consideran "canallas".
No es que uno no esté hecho a la idea de que eso que llaman "el sistema" lo recupera todo, pero cuando los autores de exquisitos diseños dignos del más selecto y elegante escaparate de la adyacente calle de Serrano dicen de sí mismos "Je suis DADA", uno se cabrea junto con el señor Antipirina:

(...) El arte está necesitado de una operación. Hipertróficos pintores hiperestesiados e hipnotizados por la hiedras de los almédanos de apariencia hipócrita. (...)

                                                ....y vengo una vez más para comenzar
                                                  de nuevo
                                                  y son ustedes unos idiotas
                                                  y la llave del selfcleptómano no
                                                  funciona mas que con aceite crepuscular
                                                  en cada nudo de cada máquina
                                                  está la nariz del recién nacido
                                                  y todos somos idiotas (...)

Dénse a sí mismos un puñetazo en la cara y caigan muertos.
DADA está en contra del futuro. DADA está muerto. DADA es idiota. Viva DADA. DADA no es una escuela literaria, aúlla.(...) Pero los verdaderos dadás están en contra de DADA

                                      ¡Mírenme bien! Soy idiota, soy un farsante, soy un bromista.
                                      ¡Mírenme bien!
                                       Soy feo, mi cara carece de expresión, soy pequeño
                                       Soy como todos ustedes (1)

(1) Quería hacerme un poco de publicidad

Hay un hecho conocido: ya no se encuentran dadaístas mas que en la Academia Francesa. Con todo, me parezco muy simpático.

De modo que, como pueden comprobar leyendo algunos de los anteriores fragmentos de los siete manifiestos DADA, no hace falta que yo diga nada más. Ya lo decían todo DADA, el señor Antipirina y Tristán Tzara. Hace un siglo, ¡cómo pasa el tiempo!
Sólo una cosa:
Estimados señores/as diseñadores/as de Flandes cuidadosamente seleccionados y expuestos en la Fundación Carlos de Amberes: Ustedes NO son DADA.

4 comentarios:

Naipade Cuatro dijo...

Yo no soy dada a ser algo, pero husmeo, y por ello ahora sé que tengo una acendrada capacidad hurgatoria.
En la nevera, por ejemplo. Yo no soy dada a cocinar, pero siempre encuentro en la nevera restos de restos con los que componer un sandwinch. Tampoco soy dada a la moda, pero me empeño en disfrazarme cuando voy a ir al Taller de Escritura. Faldas y pantalones a la vez, guantes y jerseys de perlé sin mangas, dejando los brazos desnudos, sandalias con calcetines, aunque me pinte las uñas de los pies con todo cuidado.
No soy dada al amor, pero me enredo en relaciones tremendas de las que luego no sé cómo salir.
Lleva usted razón, yo no soy dada, pero no vea cómo me implico en las cosas, aunque no sea de natural dada a ello.
¿Cuatro?, me dice una naipade que se cree la primera. Yo no soy dada a los números, pero ya ve, me denomino cuatro, pero sólo porque fui cuatro de bastos en la anterior nomenclatura, es decir, que calculando diez números por palo, siendo el basto el último, yo sería de las últimas, pero dicho así: cuatro, parece que soy la cuarta, y no, no soy dada a darme el pote y colocarme por encima de mis posibilidades, que tampoco sé si mi lugar preciso sería después de las tres primeras, ni si las que se reclaman como las tres primeras merecerían serlo, habría que estudiarlo e indagar, pero no soy dada a indagar.
Así que esta entrada nueva me va muy bien, porque yo no soy dada.

Enrius dijo...

Puede que no sea usted dada a ninguna de las cosas que prolijamente enumera,estimada Cuatro.
Pero atendiendo a cada una de ellas y mezclándolas de manera que queden por encima de los calcetines que dejan al descubierto las uñas pintadas,si puede ser cada una de un color distinto, me parece que usted sí podría ser DADÁ, con acento en la Á.
Aunque la entrada no se refiera precisamente a usted, sería
cosa de verla de tal manera compuesta.
Hurgue usted y mire a ver si encuentra una foto y me la manda.
La publico.Seguro.

Naipade Cuatro dijo...

¡Huy que horror! Ni hablar, me lo estarían reprochando las naipades toda la vida. Podría ser una foto del grupo (en la que no se nos reconozca), pero de una sola ni hablar, sería como que una se hace la importante y eso.
Sé que es Dadá, pero era por jugar con el equívoco.
Leí hace años (me parece que era en Tusquets, en una edición de tapas perforadas y doradas) algunos poemas de Tzara haciéndose el mauvais, muy atildaditos y pequeño burgueses, a pesar de todo, en los que el poeta intentaba el caos pero no lo lograba, a mi parecer. Supongo que es una blasfemia, pero a mí me parecer que los señoritos dadás originales eran un poco como los que comenta de Claudio Coello: románticos muertos. Yo prefería entonces a los románticos verdaderos y a Antonin Artaud cuando decía: "En nombre de nuestra propia lógica, la vida apesta, señores". Esto se entendía, lo de los dadaístas era más de colegio universitario.
Ya digo que perdón si ofendo a alguien muy purista y tal.

Enrius dijo...

Nadie lo sabrá...
Hágalo discretamente, luego niéguelo todo.
Bueno, no la publico.
Pero mándela.
(Ya verá cómo O., Oídos y Orejas, Uzqueda o bien alguna naipade, sale a la palestra con algún comentario hipócritamente escandalizado de estos que supondrán devaneos.)

Me gusta mucho su referencia a Artaud, él si era lo que había que ser. Pero no se debe sufrir tanto, ni acabar así.
En el fondo, es verdad, Tzara era un petit bourgeois decidido a les èpater tous.
Yo también tengo esa plateada edición de los Tusquets con diseño de la cubierta de Luis y Oscar.3ª edición del 81.
Ya verá como se enfadan algunos.
Pero usted, mándela.
Nadie lo sabrá..