viernes, 27 de agosto de 2010

Mirentxu Ugartebide intenta comunicarse con ER

 Un momento del diálogo de Mirentxu Ugartebide con ER en la desembocadura del Bidasoa.
(insistimos en la conveniencia de pinchar y ampliar la imagen)


Durante el mes de  Septiembre del año de gracia de 1849 la filóloga hondarribiarra Mirentxu Ugartebide Lazkanoiturburu, acompañada por el patrón de la trainera Amalasunta, Peru Txantxangorri Mendaur, salió en busca de ER cuya presencia había sido advertida unos meses antes en la bahía de Txingudi, donde desemboca el  rio Bidasoa, con la intención de establecer un intercambio verbal con la bestia.
Procuraba esta científica llegar a concluir un aprendizaje del dialecto retroactivo propio de este ente que era desconocido hasta ese momento en los círculos lingüísticos vascos. Tras varias jornadas de búsqueda infructuosa capeando temporales, mareas vivas propias de esa época del año, y alguna galerna que a punto estuvo de hacer zozobrar la Amalasunta, el ente apareció al fin surgiendo de las pozas que en aquel tiempo bordeaban las marismas del Puntal, en el extremo meridional de la muy noble, la muy leal y la muy siempre fiel ciudad de Fuenterrabía. Su aparición fue tan sorprendente y aterradora como de costumbre y Mirentxu Ugartebide, de ánimo habitualmente entero y arrojado, tuvo que contener a duras penas el espanto y el desasosiego ante el espeluznante espectáculo de la bestia surgiendo de las aguas. Tras unos momentos de vacilación la doctora Ugartebide situándose en la proa de la trainera se dirigió al monstruo.
Aztera kadaz ondo itz-egiten ikasi nai nuke,  balbuceando con los temblores propios de tan temible situación lo que en castellano viene a decir, Quisiera aprender a hablar bien la lengua retroactiva.
Como era su costumbre, ER no respondió inmediatamente sino que sumergiéndose varias veces y rodeando la Amalasunta por estribor, surgió otra vez de las profundidades emitiendo luego algunos gorgoteos que llenaron de pavor a Mirentxu Ugartebide y al propio Peru Txantxangorri, arrantzale curtido en muchas campañas pesqueras en el Gran Sol..
Tras unos breves momentos que a la científica le resultaron interminables, los gorgoteos de ER se transformaron en un sonido semejante al de un trombón de varas con sordina, ejecutados a intervalos irregulares y en distintos tonos que sugerían cierto énfasis declamatorio. Quedaron Mirentxu Ugartebide y Peru Txantxangorri muy sorprendidos por esta inesperada y extraña melodía no sabiendo a qué atenerse acerca de lo que parecía una respuesta. Creo que ha dicho,interpretó Mirentxu Ugartebide, Euskeraz ez jakitea damutxo det,  y expresa de esta forma su desconocimiento del euskera.
Pues empezamos bien, se lamentó Peru Txantxangorri y corrigiendo inmediatamente, Jarriko zera, poliki poliki, indicando que ya aprendería con el tiempo.
Trazó entonces ER  con su enorme masa tubular, un arco sobre la pequeña embarcación al tiempo que producía  unos sonidos agudos similares a los del txilibito y cuya melodía recordaba de alguna manera el Titi-biliti, himno de resonancias guerreras propio del lugar. Zer da hori, preguntó Peru Txantxangorri indicando que ignoraba el sentido de tales sonidos
Mirentxu Ugartebide, no sin cierto pudor, interpretó inmediatamente,  ikusi dudan neska ederrena zara , zure senarra, txotxolo bat, que se refiere a la hermosura de Mirentxu  y a la condición de gilipollas del arrantzale, a quien equivocadamente consideraba  su marido. No sentó nada bien a Peru Txantxangorri esta traducción que la filóloga se vió forzada a improvisar pese a lo despectivo del trato hacia el barquero.
A todas estas ER volvió a sumergirse en una poza con un movimiento majestuoso, como un enorme cetáceo.
Mirentxu Ugartebide no pudo evitar una exclamación de asombro,  Au ale ederra, gaitza da, indicando la hermosura de la pieza y su tamaño.
Iges egin zun, obsevó Peru Txantxangorri al comprobar que ER se escapaba de nuevo.
Ondo Joan, musitó Mirentxu Ugartebide apenada y deseando que Dios lo acompañara en su viaje.
Pero, súbitamente, ER volvió a surgir de la poza con enorme estruendo y desplazando grandes masas de agua que a punto estuvieron otra vez de echar a pique la Amalasunta al tiempo que, esta vez con voz profunda y bien modulada, preguntó, Zer, txipiroita.
Con emoción apenas contenida, Mirentxu Ugartebide comprendió entonces que ER estaba por fin aprendiendo un euskera coloquial y que únicamente podía producirse tan inmediato fenómeno de autodidáctica en aquellos privilegiados parajes de Euskal Herria, literalmente, País de la lengua vasca, una lengua hermosa y ancestral y en ese marinero lugar fronterizo tan propicio para capturar con anzuelo los más sabrosos chipirones.

2 comentarios:

Helena dijo...

Muchas gracias.

Enrius dijo...

No hay de qué.