sábado, 5 de junio de 2010

Las edades de la vida



Las edades de la vida. Caspar David Friedrich.Óleo sobre lienzo,73x 94 cm,1835,Leipzig


En una entrada del 29 de diciembre del pasado 2009 me preguntaba yo ¿Qué hacer? sobre una imagen del pensador de Rodin y unos meses después, como siempre que no busco, encuentro una de las posibles respuestas en un texto de Juan Benet.

Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve y nos importa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraídos hacia todo aquello-una mujer,una profesión, un lugar donde vivir-gracias a una intuición impulsiva que nunca compara; todo es tan obvio que vale por sí mismo y lo único que cuenta es la capacidad para alcanzarlo.
En la segunda edad aquello que elegimos en la primera, normalmente se ha gastado, ya no vale por sí mismo y necesita una justificación que el hombre razonable concede gustoso, con ayuda de su corazón, claro está; es la madurez, es el momento en que, para salir airoso de las comparaciones y de las contradictorias posibilidades que le ofrece todo lo que contempla, el hombre lleva a cabo ese esfuerzo intelectual gracias al cual una trayectoria elegida por el instinto es justificada a posteriori por la reflexión. En la tercera edad no sólo se han gastado e invalidado los móviles que eligió en la primera sino también las razones con que apuntaló su conducta en la segunda. Es la enajenación, el repudio de todo lo que ha sido su vida para la cual ya no encuentra motivación ni disculpa. Para poder vivir tranquilo hay que negarse a entrar en esa tercera etapa; por muy forzado que parezca, debe hacer un esfuerzo con su voluntad para permanecer en la segunda;porque otra cosa es la deriva.

Juan Benet, Volverás a Región. 1974


Lo único que yo cambiaría en este lúcido texto es la expresión "el hombre" sustituyéndola por "el ser humano" obviando esa malformación que todos los del género masculino hemos sufrido al hacer del hombre el único sujeto de esas reflexiones olvidando a la otra mitad de la humanidad constituída por las mujeres.
Vicios difíciles de desterrar de nuestro lenguaje.
Por lo demás el texto lleva implícita la comprensión de que no es la razón el único camino del conocimiento sino que el instinto y la emoción son tan imprescindibles como la tal diosa. No en vano recordaba Vigotsky que el arte es una técnica social de emociones, a lo cual me permito añadir que es también una vía de conocimiento, distinta ( o no ) pero tan necesario como la ciencia.

PS Ese inefable cuadro de C.D.Friedrich siempre me hizo pensar en Conrad, en Nostromo y en El corazón de las tinieblas.

5 comentarios:

O. dijo...

Quizá no sea este el lugar más adecuado pero no puedo pensar con claridad. Acabo de enterarme de la muerte de Chari y Alicia en un accidente de autobús en Samarkanda. No sé qué más decir.

Enrius dijo...

¿Qué horror!.No es posibe, no puedo creerlo!
¿En un autobús y en Samarkanda?
No tenía idea de que se hubieran ido tan lejos y con Doña Chari delicada de salud como estaba ¡qué locura irse hasta allí!
¿Seguro que has entendido bien?
¿No será en Salamanca?
Habría que enterarse bien de los detalles.

Oídos y Orejas dijo...

Quizá haya sido el final estrambótico que Chari y Alicia merecían. No hubiese querido yo que murieran en un hospital público de La Rioja.
DESCANSEN EN PAZ.

Tasio Uzqueda dijo...

¿Y por qué no en un hospital riojano, oiga? Tenemos una sanidad estupenda, como el vino o más. El estrambótico lo es usted, señor Oídos y Orejas.
Lo importante es que se nos han ido Chari y Alicia. Yo ya lo sabía, ha salido esta semana un reportaje en el periódico La Rioja hablando de ello, y sí, Enrius, fue en Uzbekistán, en Samarkanda, en una excursión de universitarias de la tercera edad, celebrando el aniversario de su licenciatura o algo parecido. Aquí ha habido mucho revuelo con ello.
En lo único que coincido con usted es en mi deseo de que descansen e paz, si pueden.

R M dijo...

La vida tiene edades para todo, aunque, a veces, la muerte no respeta ese protocolo.
Chari y Ali no descansarán, eso es cosa de vivos. Simplemente nada, eso es lo que tienen ahora como Chari y Ali. Su cielo, su infierno, su eternidad, está en nosotros, en su recuerdo y en lo que dejen para recordarlas.
Yo me quedo pensando en su encuentro en el Monte Corvo. Ahí quedarán para siempre, para mí.