sábado, 23 de enero de 2010

Un museo heterogéneo


Los Barruecos. Sobre los peñascos anidan las cigüeñas, a sus pies un auto hormigonado


Imagen que atestigua lo escrito acerca de la pequeña laguna en el exterior del museo


Escultura monolítica de chatarra mecánica cuyo título es : ¿Porqué el proceso entre Jesús y Pilatos duró sólo dos minutos?


Interior del museo 1


Interior del museo 2

Interior del museo 3

En el año de gracia de 1976 al artista conceptual alemán Wolf Vostell (Leverkusen 1932-Berlín 1998)se le ocurrió la idea de poner en pie un museo en la población de Malpartida de Cáceres, a corta distancia de esa hermosa capital.
Este inefable lobo fundador de Fluxus, movimiento del cual estuvo también próximo Joseph Beuys (Krefeld 1921-Düsseldorf 1986) se mostraba, habitualmente, en público
con boina (Deutscher Txapela) y luengos bigotes (Schunurrbart) a diferencia de Beuys que siempre se tocaba con sombrero de fieltro tradicional y conejo sobre el hombro izquierdo a la manera de los bucaneros ingleses que solían llevar un loro.
La obra y el personaje (Vostell) no tienen desperdicio. El museo tampoco.
Está situado en un hermoso paraje denominado Los Barruecos, poblado, como su nombre indica, por una geología de tolmos graníticos de belleza francamente comparable a los de la famosa Ciudad Encantada de Cuenca.
Transformando un antiguo lavadero de lanas en un espacio dedicado a la memoria permanente de su desbocada imaginación, Vostell dejó en su querida Extremadura un lugar que nada tiene que envidiar al más famoso museo del paranoico Dalí, en Figueras y en donde se hace patente la conocida declaración de este último en la que expresaba :"La diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco". Vostell estaba mucho más cuerdo todavía y los descomunales montajes en el interior del viejo lavadero lo atestiguan.

Visité el museo de Malpartida con la profesora Montero Curiel, de la Universidad de Extremadura, sabiendo lo mucho que gusta esta filóloga del estudio acerca de la formación de las palabras y créame que no acabábamos de encontrar las adecuadas para expresar la sorpresa y el asombro ante los geniales desvaríos del artista germanoextremeño. La profesora visita el lugar con frecuencia, disfrutando de la orogenia exterior y de la delirante licantropía interior, y yo no tardaré en volver en busca de otra dosis de lúcido estupor.

Junto al antiguo lavadero y bajo el, a veces, esplendoroso cielo extremeño puede uno contemplar, según el estado de ánimo que traiga consigo en ese momento, el hermoso espectáculo de la presa que forma una pequeña laguna. Sentándose sobre los peñascos y dejándose llevar por la imaginación o simplemente por la molicie el efecto es completo.
Pueden verse en las fotografías de nuestra visita algunos aspectos de lo que afirmo acerca del lugar. Créanme, es para no olvidarlo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El museo en sí es impresionante, pero no sería lo mismo sin el entorno en el que está situado. Lo que realmente asombra es la mezcla brutal entre el arte fluxus y una naturaleza virgen.
A pocos metros del museo y de esas obras impactantes (el propio Vostell decía que su intención era provocar en el receptor de sus obras el décollage, ese vértigo extraño que nos produce el despegue de un avión)podemos ver unas tumbas de época tardorromana excavadas en la roca y al alcance de cualquier caminante. Y, sobre todo, podemos "alunizar" con esos enorme barruecos que llevan siglos recreando un paisaje lunar.
Creo que Wolf Vostell, el Sr. Lobo, como le gustaba que le llamasen en español, estaría contento por haberle invitado un ratito al Hipnal. Devuélvanle la visita, les encantará.

Oídos y Orejas dijo...

Tras la II Guerra Mundial, muchos de los artistas centroeuropeos que la habían padecido, o incluso que habían participado en ella, como es el caso de Beuys, decidieron dar la espalda a las galerías de arte y al arte en general, tratando de mostrar la amargura, el horror y el desconcierto en el que se habían quedado sumidos.
La Bauhaus, Blau Reiter, el futurismo, el constructivismo y todos los movimientos artísticos que se habían estrellado contra la realidad de la destrucción generalizada y la muerte violenta de millones de personas, se olvidaron repentinamente y los artistas emergentes impusieron el caos y la provocación antiburguesa como tema más o menos explícito en su producción poética, teatral, plástica o musical de aquellas vanguardias que, como la del arte internacional conocido como Fluxus, comenzaron a ocupar los lugares de la estética artística formal, deconstruyéndola a partir de los restos del horror y el desánimo del pasado inmediato.
Conocí a Vostell a principios de los años 70. Su aspecto era feroz. Llevaba el pelo cortado de una manera muy extraña, incluso hoy lo sería, con las patillas largas como de judío ortodoxo y el resto de la cabeza lleno de trasquilones. Se tocaba con extraño y ridículo sombrerito de lana y la panza peluda le asomaba entre los botones de un tres cuartos sucio y desgarrado. Como Brecht fumaba constantemnte grandes puros y también como él, llevaba grandes gafas redondas de concha oscura. Su taller era más parecido a un hangar de desguace que a un estudio de artista y me sorprendió e interesó sobre todo el uso que hacía del hormigón como aglutinante de aquellos restos de máquinas y vehículos destrozados. Él aseguraba que el arte es mierda, otras veces decía que el arte era comida, y se montaron espectáculos en los que una señorita tocaba un violonchelo mientras él pellizcaba una gran pata de cerdo cocido, tumbado en el suelo, repitiendo la palabra kunst, mientras comía. Esta era la visión alternativa del Entartete Kunst después de Hitler, en Alemania. Generalmente los espectadores que asistían a estas representaciones lo hacían como a un oficio religioso, en silencio, respetuosamente y se situaban muy cerca de los oficiantes, parecían entenderlo todo. Esta complicidad y empatía entre artistas y espectadores dio paso a los happenings, instalaciones y espectáculos contestatarios en los que los galeristas y marchantes quedaron un poco al margen, durante algún tiempo. Pero la capacidad fagocitadora del capital es tal que encontró pronto la forma de reconducir a estos salvajes y los metió de nuevo en los museos y en la casas mansiones de la gran burguesía, como siempre ha sucedido con las vanguardias. Hoy se guarda memoria de Fluxus y de otros movimientos parecidos en todo el mundo, desde Japón hasta España, en las instituciones y museos, con lo que, en cierto modo, todo a vuelto a su lugar.
Con la Nueva Visión Alemana, la Transvanguardia, el cinetismo, etc., el arte volvió a los caballetes y los pigmentos y, sobre todo, al orden, así que todo sigue su curso. En los EEUU las vanguardias nunca dejaron de mirar al mercado, nunca, por lo que durante los años de desconcierto del mercado europeo supieron atender a los irreductibles y reaccionarios coleccionistas internacionales con tanto sentido del humor como del mercado. Se inventaron el expresionismo abstracto y el arte pop.
Poco a poco hasta Vostell volvió a la pintura convencional, por cierto, bastante vulgar. En la parte más interesante tanto de Fluxus como de Vostell se puede observar la constatación del fin de la Era Metafísica y la predicción del fin de la Era Tecnológica, en la que estamos sumidos sin remedio. Pero hay una cierta ingenuidad en todo ello, visto lo visto hasta hoy mismo.

Muy interesante su blog.

Enrius dijo...

Y no menos interesante su comentario Sr.Oídos y Orejas.
Responde, con su muy documentada información, a las espectativas que nos habíamos planteado en este blog desde el principio; un lugar lo menos convencional posible, abierto a las opiniones y a la controversia por parte de todos cuantos quisieran participar en su construcción.
Coincido con usted en la capacidad fagocitadora del sistema para recuperar,transformar en políticamente correcto lo que nunca quiso serlo y retornar al redil a los descarriados más o menos salvajes (¿queda alguno?).
Efectivamente, sabemos que el arte es mierda desde aquella vieja ocurrencia de Manzoni que decidió enlatarla debidamente etiquetada para su venta, alguna de aquellas latas alcanzaron precios astronómicos porque el número de los idiotas es infinito, Eclesiastés 1,15.
Gracias por esta su primera colaboración. Deseo que no sea la última.

Oídos y Orejas dijo...

Como si de un libro de relatos se tratara -y podría ser que también eso fuera esta habitación madrileña- he estado desde ayer leyendo su intenso blog desde el principio, viendo aparecer y desaparecer personas y personajes, sus escritos, comentándolo todo, muy estacionalmente, por cierto, y comprobando la inconstancia que parece el mal endémico en este tipo de sitios, así también como para compensar, la constancia de algunos, empezando por usted, su hermano (que ya sé no lo es de sangre), la logroñesa y su amante (que también parece un divertimento de alguien oculto que no existe, pero que merecería existir) y de los mendionados espontáneos ocasionales. Por lo que he comprobado tienen ustedes hasta bajas por deceso -el señor este judío tan fundamental en sus esencias-, o por exceso, como podrían ser los casos de su pariente Rosina y de la misteriosa Irislis, que se han despedido sin hacerlo y que tanto contrapunto daban. Y hay algo que me llama poderosamente la atención por encima de otras innegables cualidades de este blog, y es la casi ausencia total de agresividad de los participantes.
No sé si usted frecuenta otros blogs como hago yo que, tanto por obligación como por devoción, me he convertido en seguidor recalcitrante de la aparente vida de los otros en todos aquellos lugares en los que la exhiben (de ahí: Oídos y Orejas), pero le aseguro que en ningún otro de entre los de cierta entidad y trabajo, hay tan poca agresividad y voluntad de protesta gratuita e ignorante.
Le felicito, les felicito a todos lo que firman el encabezamiento de La Habitación del Hipnal (que me gustaría saber quiénes son y en qué número), por haber conseguido retraer a la participación a los energúmenos duendes que pueblan este tipo de lugares y cuyo único fin parece ser descargarse el vientre que tienen por cerebro. Con esto que escribo ahora me parece que inoculo la agresividad que rechazo, y bien que lo siento, pero creo que debiera quedar anotado esto y estoy seguro de que no hay riesgo de contagio.

Puesto que me invitan a participar en temas concretos he de decirle que precisamente en esta entrada me siento cómodo, pues no se le habrá escapado que entiendo de arte, es una manera de hablar, y que me interesan mucho las tendencias artísticas actuales y las que las precedieron. Si estuvieran interesados, Enrius y los demás, podría anotar aquí algunas impresiones sobre el arte desde la aparición de estos que citábamos ayer, además de otros que considero mucho más importantes como Allan Kaprov, Hermann Nitsch y el Teatro de Orgías y Misterios del círculo vienés, Arnoulf Rainer, etc.

He leído en la última entrada de hoy que Gastón habla de una tertulia que tienen ustedes en un lugar llamado Estar y a la que me gustaría asistir si me invitan ustedes, pues voy a quedarme en Madrid por lo menos hasta abril.

Es evidente que estoy encantado de haberles encontrado.

Enrius dijo...

En primer lugar, estimado Oídos y Orejas, agradecer sus amables palabras referidas a este lugar, en segundo lugar expresar mi ferviente deseo de que no sea usted ningún conocido o amigo que decidió ocultarse bajo seudónimo de los que hay algunos, actuales y pasados.
No frecuento demasiados blogs pues, en las ocasiones en las que me he decidido a navegar en tan proceloso océano, el cansancio y el aburrimiento me han vencido.
Aquí somos pocos pero fieles, con algo que decir cada vez y en cada entrada, procurando que lo dicho(escrito) tenga un mínimo interés,sin el menor ánimo de "descargarnos el vientre" afortunada y escatológica expresión que comparto sin reparos.
Aquí no pretendemos convencer a nadie de nada conociendo lo inútil de tal empeño.
Le dije, señor mío, en el anterior comentario que el suyo respondía a nuestras espectativas. Lo repito, considerese un invitado, no se le ocurra revelarme su identidad a no ser, como digo más arriba,que la oculte tras la de un amigo.
Me interesa su colaboración pues me da la sensación de que sabe de lo que escribe.
Aunque todavía no he leído la de Gastón, que es de los que no oculta su nombre de pila, considérese también invitado por quien esto escribe, a la muy familiar tertulia de El Estar (Malasaña, Madrid) en la inteligencia de que la palabra escrita y la emitida a según qué hora y con cuánto licor en el coleto, son cosas y dinámicas del todo diversas.
Bienvenido.